Asi que terminó la insurrección
que derribó la dictadura Somocista en 1979, salí de la empresa privada para
servir a la revolución Sandinista , trabajando en la estatal Dirección General de
Construcciones, brazo administrativo financiero del Ministerio de la
Construcción que era encargado de las obras del gobierno. Fui invitado por un
amigo y antiguo militante sandinista que conociera en mi empleo anterior e y que al igual que yo y
la mayoría del pueblo nicaragüense, luchamos por la derrocada del antiguo
régimen. Su nombre era Aquiles Montoya, un veradero gentelman en aquellos días en que la ignorancia y la barbarie predominaban.
Los alfabetizadores nos reuníamos todos los sábados por la tarde, para recibir de nuestros dirigentes políticos,las directrices de cada módulo a ser pasado como conocimiento al instruido. Las orientaciones eran llevar el mensaje político e ideológico de la revolución junto con la enseñanza a leer y a escribir. Todo estratégicamente elaborado en la cartilla, para hacerle un verdadero “lavado cerebral” de manera que, el nuevo alfabetizado, combinase sus primeras palabras y frases con slogans al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y a la revolución. Por ejemplo: Cuando era para formar la palabra con la letra “F” esta era automáticamente dirigida para la palabra “FRENTE” , y cuando era la letra “S” la palabra que aprendía a escribir era SANDINISTA , y así con el tiempo se completaban las frases como “ EL FRENTE SANDINISTA NOS LIBERTÓ DE LA IGNORANCIA” VIVA EL FSLN” . Claro que yo percibí que era lavado cerebral ideológico, ya había leído La Rebelión en la Granja de George Orwell y otras obras, pero como era Marxista Leninista y Sandinista me convencí que era necesaria la toma de consciencia de clase del oprimido, tal como lo estipulaba el método de Paulo Freire. Semanas después ocurrieron dos episodios que me decepcionaron y que mudaron completamente mi “consciencia revolucionaria”.
El lunes, fui inmediatamente desligado del proyecto de alfabetización. Debido a mi pasado revolucionario no me corrieron, ni me aprisionaron, ni fusilaron, pero fui transferido del departamento de contabilidad- donde trabajaba con confort y aire acondicionado- para un depósito de granos de ENABAS (Empresa Nacional de Granos Básicos), caliente, sin ventilación y hediondo, lleno de cucarachas y ratas. Mi amigo y jefe inmediato, Aquiles Montoya, nada pudo hacer en mi favor pues el castigo “venia de arriba”. Un año después la Providencia Divina me trajo al Brasil donde vivo en el exilio desde 1981.
Nicaragua desde entonces sufrió otra guerra fratricida, en el intento por derrumbar ese gobierno dictatorial Sandinista (pro Castro Cubano), que dejó más de 50 mil muertos y que al final lo obligó a convocar a elecciones donde perdió en 1992. Mi patria entonces paso por un período corto de democracia y hoy está gobernada nuevamente por una dictadura de izquierda familiar –Ortega Murillo- producto de la situación que combatí en 1980; se encuentra como el segundo país más pobre de América Latina, -atrás solamente de Haiti- y pasa actualmente su mayor crises política donde el pueblo ya cansado clama por Democracia y el fin de la corrupción institucionalizada.
La dictadura Ortega-Murillo responde con violentas represiones llegando a más de 300 muertos y 500 presos políticos y desaparecidos en los últimos 9 meses y millares de exilados y refugiados. Este régimen al igual que el de Venezuela, es apoyado por Rusia, China, Venezuela, Cuba y por el antiguo presidente del Brasil Lula da Silva – que está preso por corrupción- y su Partido de los Trabajadores.
Tenía 19 años y como todo
joven de la época, me corría en las venas un caudal de fervor revolucionario y
tenía la esperanza de ayudar a construir una nueva Nicaragua, más justa,
democrática, y libre, después de casi medio siglo de una dictadura dinástica -
la de los Somoza. Traía en mi currículo el haber sido un activo dirigente
estudiantil en la secundaria y haber sido preso y torturado por la policía política
Somocista.
Luego que comencé a trabajar, en
el Departamento de Contabilidad, donde fui designado ,tuve la sorpresa de tener
como colegas de trabajos dos grupos diferentes: los antiguos empleados del
gobierno anterior, la mayoría Somocistas,pues, al igual que hoy para ser
funcionario público eras obligado a ser miembro del partido en el poder- y
nosotros, los nuevos funcionarios, jóvenes revolucionarios y sandinistas, sin
experiencia de cómo la maquina funcionaba, teniendo por tanto a los viejos
Somocistas como nuestros jefes a pesar de considerarlos como
“viejos atrasados y reaccionarios”. Aprendimos a convivir en armonía a pesar de
nuestras diferencias ideológicas y hasta nos convertimos en buenos amigos y los
días de pagamento, cuando sobraba dinero
del escuálido salario de pos-guerra que recibíamos, nos íbamos a beber guaro,
como buenos nicaragüenses.
En los primeros meses, el nuevo gobierno
revolucionario lanzo una campaña nacional de alfabetización siguiendo el método
didáctico del brasileño de izquierda, Paulo Freire. Fue una cosa fantástica
nunca vista antes en la historia de la América Latina. Toda la juventud se
alistó en la cruzada de alfabetización. Las universidades, institutos de
secundarias cerraron para que sus estudiantes, se adentrasen a los lugares mas
recónditos del país en una guerra contra el analfabetismo. El objetivo mayor
eran nuestros hermanos obreros y campesinos analfabetos. Toda Nicaragua se
movilizó en esta cruzada. En mi caso, ya que vivía y trabajaba en la capital,
era voluntario para alfabetizar a los
compañeros obreros de la construcción del gobierno. Esto se llevaba a cabo
después de mi jornada de trabajo, en el mismo cantero de obra de determinada
construcción donde se improvisaban pizarrón, tiza, lápiz , tablas encima de bloques
para que sirvieran de asientos, y las
cartillas de alfabetización que después supe fueron editadas, fabricadas y donadas por Cuba.
Los alfabetizadores nos reuníamos todos los sábados por la tarde, para recibir de nuestros dirigentes políticos,las directrices de cada módulo a ser pasado como conocimiento al instruido. Las orientaciones eran llevar el mensaje político e ideológico de la revolución junto con la enseñanza a leer y a escribir. Todo estratégicamente elaborado en la cartilla, para hacerle un verdadero “lavado cerebral” de manera que, el nuevo alfabetizado, combinase sus primeras palabras y frases con slogans al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y a la revolución. Por ejemplo: Cuando era para formar la palabra con la letra “F” esta era automáticamente dirigida para la palabra “FRENTE” , y cuando era la letra “S” la palabra que aprendía a escribir era SANDINISTA , y así con el tiempo se completaban las frases como “ EL FRENTE SANDINISTA NOS LIBERTÓ DE LA IGNORANCIA” VIVA EL FSLN” . Claro que yo percibí que era lavado cerebral ideológico, ya había leído La Rebelión en la Granja de George Orwell y otras obras, pero como era Marxista Leninista y Sandinista me convencí que era necesaria la toma de consciencia de clase del oprimido, tal como lo estipulaba el método de Paulo Freire. Semanas después ocurrieron dos episodios que me decepcionaron y que mudaron completamente mi “consciencia revolucionaria”.
LA PRIMERA DECEPCIÓN:
Con mi don nato de dirigente político,
me destaque en la organización de los Consejos de Defensa Sandinistas (CDS´s)
en mi barrio y en otros lugares, donde también hacia discursos y palestras en mítines a favor de la
revolución. Portaba un carnet del FSLN que me daba acceso a lugares que otros
ciudadanos comunes no tendrían. Fue en uno de esos lugares que fui invitado por
una compañera militante Sandinista. Era una fiesta privada que se daba en una
lujosa mansión de un exgeneral Somocista que había huido durante la guerra de liberación.
Después de identificarme y registrarme debidamente (portaba un fusil M-16 que
usé en la guerra) me fue permitida la entrada a la mansión armado. Lo que vi en
seguida me dejó estupefacto: Una fiesta digna de la más alta burguesia, regada
a wiski , cigarros americanos y puros
cubanos acompañados de platos finos
deliciosos. Cabe recordar que estábamos recién salidos de una revolución armada
donde la economía del país quedó en bancarrota y los cofres públicos fueron
saqueados por Somoza y sus secuaces que habían huido para los Estados Unidos. Por lo menos, esa
era la información dada por el nuevo gobierno. Extra muro, toda la población
hacia largas filas para obtener los alimentos básicos, racionados. La fiesta era para dar las bienvenidas a nuestros
hermanos socialistas internacionalistas que venían de otros países para apoyar
a nuestra revolución. Recuerdo que llegue a conversar con unos brasileños.
LA SEGUNDA DECEPCIÓN:
Como trabajaba
como Auxiliar Administrativo en la contabilidad, tenía la función de separar,
catalogar y sumar los gastos de cada proyecto en ejecución por el Ministerio de
la Construcción . De repente, comenzaron a aparecer, venidas no se de dónde,
notas fiscales y recibos forjados de una supuesta
obra del gobierno que llevaba el nombre de Ministerio del Interior. En
dichos documentos aparecían gastos de muebles y artefactos de lujos para el
hogar, dentro de ellos alfombras persas, aparatos de calefacción para piscina
entre otros gastos superfluos. Decidí investigar por cuenta propia de que se
trataba y descubrí que esos gastos eran
para montar la mansión del líder revolucionario y cofundador del FSLN, el
temido jefe de la policía secreta sandinista, Tomás Borge, el mismo que atacaba
de manera contundente a todo que era burguesía y sus modos de actuar y de
vivir.
No se si fue
coincidencia, destino, o la Justicia
Divina, que en el sábado siguiente en la reunión de los alfabetizadores, fue
abordado como tema de la próxima lavada de cerebro “ABRIR UN HOYO MAS EN LA
FAJA” – donde se exigiría a más sacrificios revolucionarios al ya hambriento
trabajador, preparándolo para más racionamiento de alimentos, con el pretexto
de que nuestra revolución estaba pasando por una crises económica sin precedente,
por culpa del imperialismo americano. Aparte- Sufro de una neurosis: No me quedo
callado ante las injusticias!.
Tomé la palabra
y reclamé diciendo que no cabía en mi consciencia exigirle a un trabajador que no recibía su
salario hace meses y que tenía la comidas racionada, que tendría que pasar más
necesidades todavía, mientras que por otro lado, los comandantes de la
revolución se daban la gran vida de burgueses comiendo y bebiendo de lo mejor y
conviviendo con el lujo que ellos mismos
condenaban en público. Dije que se estaba tornando real el romance de ficción
“La Revolución en la Granja” de George Orwell.
Fue en ese
momento que comenzó mi desgracia y al
mismo tiempo mi liberación. Un militante sandinista, apodado de culebra, un
sujeto chaparrito, flaco, con la cara llena de cicatrices de acné, sujeto
reservado y callado que nunca lo vimos en las tertulias de fines de semana, se
revelo de una vez. Con una expresión de odio, levantándose de la silla (todos
nos reuníamos alrededor de una enorme mesa) me apuntó el dedo y los gritos, con
la boca espumando que llegaba a escupir a los que estaban a su lado, me dijo, vociferando,
que “ya venía observando mis actitudes reaccionarias” y me acuso de “contrarrevolucionario,
enemigo y traidor de la revolución” y hasta insinuó que debería de ser “agente
de la CIA” . Estas graves acusaciones en la época podrían llevarme
inmediatamente a prisión y tortura y en las peores de las hipótesis ser
fusilado por espía o enemigo de la revolución. Gracias a Dios, uno de los
ingenieros responsable por la obra, que
estaba presente, pues también era
alfabetizador, cogió coraje y salió en
mi defensa confirmando mi denuncia de la utilización de los recursos públicos
para uso particular por parte de Tomas Borges.
El lunes, fui inmediatamente desligado del proyecto de alfabetización. Debido a mi pasado revolucionario no me corrieron, ni me aprisionaron, ni fusilaron, pero fui transferido del departamento de contabilidad- donde trabajaba con confort y aire acondicionado- para un depósito de granos de ENABAS (Empresa Nacional de Granos Básicos), caliente, sin ventilación y hediondo, lleno de cucarachas y ratas. Mi amigo y jefe inmediato, Aquiles Montoya, nada pudo hacer en mi favor pues el castigo “venia de arriba”. Un año después la Providencia Divina me trajo al Brasil donde vivo en el exilio desde 1981.
Nicaragua desde entonces sufrió otra guerra fratricida, en el intento por derrumbar ese gobierno dictatorial Sandinista (pro Castro Cubano), que dejó más de 50 mil muertos y que al final lo obligó a convocar a elecciones donde perdió en 1992. Mi patria entonces paso por un período corto de democracia y hoy está gobernada nuevamente por una dictadura de izquierda familiar –Ortega Murillo- producto de la situación que combatí en 1980; se encuentra como el segundo país más pobre de América Latina, -atrás solamente de Haiti- y pasa actualmente su mayor crises política donde el pueblo ya cansado clama por Democracia y el fin de la corrupción institucionalizada.
La dictadura Ortega-Murillo responde con violentas represiones llegando a más de 300 muertos y 500 presos políticos y desaparecidos en los últimos 9 meses y millares de exilados y refugiados. Este régimen al igual que el de Venezuela, es apoyado por Rusia, China, Venezuela, Cuba y por el antiguo presidente del Brasil Lula da Silva – que está preso por corrupción- y su Partido de los Trabajadores.
Si desde aquella
época se hubiera tomado coraje y denunciado todos los crímenes que ya venían
haciéndose contra el dinero público, como lo hice, no hubiéramos tenido
tanta corrupción institucionalizada. No hubiéramos tenido un Arnoldo Alemán ni otra
dictadura dinástica y corrupta como la de hoy. Como dijo Ghandi: “Cada pueblo
tiene el el gobierno que merece”